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La dominación por la moneda: enseñanzas africanas





Mejor que la imposición de un Dios, más barato que la ocupación militar, el medio más eficaz que existe para dominar una sociedad, un país o un continente es el control de la moneda. Es que la moneda no es sólo un medio de pago, una reserva de valor o una unidad de cuenta; la moneda es antes que nada un lazo social. Lejos de ser neutro, el origen del dinero, su uso y destino establece las pautas materiales de las sociedades y las políticas de los Estados, puesto que determina todos los intercambios económicos.


Eso lo entendieron muy bien los franceses con sus colonias en el continente africano luego de la Segunda Guerra Mundial. Dada la situación de Francia  y en el marco de los acuerdos de Bretton Woods, el gobierno francés lanza a fines de 1945 el Franco de las Colonias Francesas Africanas (FCFA) para ser utilizado en esas tierras. Por entonces existía la AOF, o África Occidental Francesa  (Mauritania, Senegal, Malí, Guinea, Costa de Marfil, Burkina Faso, Benín y Níger) y la AEF, África Ecuatorial Francesa (Gabón, República del Congo, Centroáfrica y Chad), que compartirán una moneda impresa en Francia. Por cierto, usamos los nombres actuales de los países africanos.


El objetivo del FCFA era mantener el llamado «Pacto Colonial» que la metrópoli impone a sus dependencias: las colonias no pueden industrializarse, deben proveer a Francia las materias primas que luego les venderá como manufacturas; la potencia colonial tiene el monopolio sobre las exportaciones e importaciones de las colonias; también tiene el monopolio sobre el transporte de las materias primas coloniales; Francia puede otorgar preferencias comerciales a los productos de las colonias. De ese modo, aunque los países africanos sacudan el yugo francés, quedarán entrampados en la «cooperación monetaria».

Las independencias durante los años sesenta poco cambiaron a ese esquema. Ahora serán dos bancos centrales situados en África los encargados de continuar el pacto colonial: el Banco Central de los Estados de África Occidental (BCEAO), que es la AOF más Togo, encargado de administrar el CFA (Communauté Financiere Africaine), y el Banco de los Estados de África Central (BEAC) que es la AEF que suma a Camerún y a la Guinea Ecuatorial, quien debe velar por el CFA (Coopération Financière en Afrique Centrale).

«Debemos reconocer que los francos CFA son monedas neocoloniales, han sobrevivido a las independencias formales y prolongan hoy relaciones de subordinación entre la exmetrópoli colonial (…). Esas monedas son totalmente inadaptadas a las necesidades reales de las economías y de las sociedades africanas», afirma el economista francés Rémy Herrera en su libro ¿A quién beneficia el CFA?


Desde el punto de vista económico, el CFA está sobrevaluado con respecto al franco primero, al euro después, de tal modo que las decisiones monetarias que toman en el Banco Central Europeo, dominado por Alemania, repercuten en los países que dependen del CFA, controlado por Francia. Resta competitividad por exportaciones caras, importaciones baratas, imposibilidad de devaluar la moneda, cero riesgo cambiario para las multinacionales, libre flujo de capitales, productos de lujo baratos para las élites locales.

Eso sí, el BCEAO y el BEAC defienden la convertibilidad estricta con el CFA, ya que permite controlar la inflación, ofrece una macroeconomía previsible y así supone obtener la confianza de los inversores. De los 15 países que componen la zona CFA, once están entre los menos avanzados del planeta. Tienen altas tasas de interés, muy bajos salarios, poco poder adquisitivo, lo que impide que las pymes locales puedan tener un margen suficiente para generar más empleo, existe escaso intercambio con países vecinos y mucho con la exmetrópoli. Para ser competitivos deben ajustar salarios, y en caso de crisis internacional el impacto es directo sobre el empleo.


Hay que tomar en cuenta que los recientes levantamientos cívico-militares en Níger, Mali, Burkina Faso y Guinea Conakry también cuestionan una moneda que no sirve para el desarrollo. Hay nuevas realidades, que serán difíciles de analizar con viejas categorías o a la luz de prácticas perimidas. Lo que demuestra el caso del CFA es que carecer de una moneda nacional es entregar la soberanía real y que, salvo los beneficiarios de pactos coloniales, condena las sociedades a la pobreza extrema. La moneda como cadena.  

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